lunes, 23 de abril de 2012

El fin de Von Trier


Director: Lars von Trier

Reparto: Kirsten Dunst (Justine), Charlotte Gainsbourg (Claire), Kiefer Sutherland (John), Charlotte Rampling (Gaby), John Hurt (Dexter), Alexander Skarsgård (Michael), Stellan Skarsgård (Jack), Brady Corbet (Tim), Cameron Spurr (Leo).



El fin del mundo está cerca y es inevitable, el director Lars Von Trier nos presenta su propia visión de lo que podría ser el inevitable final y lo hace de una manera maravillosa y caótica. Irónicamente la existencia en la Tierra podría llegar a su fin cuando un planeta llamado Melancolía choque contra esta. Pero esta no es la típica película sobre el fin del mundo con personajes heroicos o bombas colocadas en el último minuto salvando a la Tierra de una fatal explosión, aquí encontramos personajes muy humanizados y con actitudes antagónicas respecto al posible final del mundo. 

El film inicia con un prologo a cámara lenta de las imágenes previas al posible choque y destrucción de la tierra. Con un magnifico manejo de cámaras y de luz se nos es presentada la protagonista usando un grandioso vestido de novia y acompañada por la música de Wagner. 

Tras este prologo, la historia se divide en dos partes, la primera está centrada en la novia, Justine, interpretada por Kristen Dunst, quien tiene una serie de actitudes bastantes extrañas el día de su boda, tal vez fruto de una familia disfuncional o de la supuesta depresión que sufre. Al inicio de esta primera parte Justine es una chica bastante "normal" como cualquier novia abraza y besa a su nuevo marido, pero mientras la noche avanza y el planeta Melancolía se acerca la depresión se apodera de ella y encontramos una serie de conductas que resultan extrañas que no son mas que el fruto del desgaste de la sociedad, no encontramos a los típicos personajes fieles y morales reunidos para celebrar una "sagrada unión" fruto de un amor; encontramos humanos con sus diferencias y sus propias demencias y carencias.

Me resulta imposible pasar estas líneas sin tan solo mencionar a Gaby, la madre de la flamante novia, la cual no agüria más que fracasos para la nueva pareja. O al cuñado ideal que esta dispuesto a gastar miles y miles en una boda ideal y que no perderá oportunidad de mencionarlo y reprocharlo; aunque Jhon no cuida tanto su chequera como el padre de la novia cuida a sus dos bellas acompañantes.

Sin embargo, encuentro un personaje que se aleja un poco de toda esta amoralidad y desgaste que me mencioné al principio, Claire que trata, sin éxito ni reconocimiento alguno, de ser la mediadora de las grandes tragedias familiares, se esfuerza por tratar de encontrar en Justine algo de tranquilidad y alegría, algo de bienestar, no es mas que una hermana tratando de cuidar a su hermana a quien ve como indefensa; pero una sociedad como la nuestra, como la suya, quien sabe si este afán de lograr la boda perfecta no sea mas que las ganas de que se equivoque su madre, que el matrimonio dure y no ser mas la responsable de depresiones ajenas. De cualquier manera, desde mi punto de vista Claire es un personaje mediador que trata de mantener calmadas las discusiones entre su marido y su madre, entre su madre y su padre.

La segunda parte se centra en este bello planeta azul que se va acercando a la Tierra y la relación entre ambas hermanas Justine y Claire. Unos días tras la boda Justine vuelve a la casa de su hermana donde se celebró la recepción de la boda y no es nada de lo que se podía ver en la primera parte, Justine se convirtió en un despojo sin casi sin vida. En esta parte podemos ver las antagónicas actitudes del supuesto fin del mundo, Justine no muestra mayor preocupación acerca de nada, es mas, podría decirse que es resignación lo que la llena, Claire en cambio se encuentra muy nerviosa pensando que algo podría andar mal, por otro lado Jhon, el esposo de Claire, se encontraba confiado en que nada pasaría y no podemos olvidar el entusiasmo de su pequeño hijo. Es que Vin Trier tiene la delicadeza para plasmar las diferencias angustias de los personajes. El confiado Jhon se pega a sus estadísticas, a su telescopio, a sus libros y trata de calmar a su histérica mujer y sus nervios "injustificados". Que irónico, ¿no? Justine completamente resignada a un final que pronto llegará, se acerca la mejoría de su supuesta enfermedad para acercarse al fin, es como si el hombre se arrepintiese de toda la destrucción y desastre. Aunque me rehúso a creer que la mejoría de Justine podría ser un intento, sin éxito, de volver a la moralidad, a la pureza. 

Melancolía tiene una manera estupenda de contar un tema tan trillado y sobre el cual estamos siendo bombardeados cada segundo, Van Trier lo hace de una manera magnifica con una calidad de imagen, luz y un romanticismo caótico que sale de la pantalla y llena al espectador. Es que Melancolía no es mas que el fin de la tierra pero no por un trágico o legendario choque, estamos hablando del fin de la humanidad y esta se ve destruido por los hombres, por su amoralidad, por su denigración, su codicia, su odio, su guerra. 
Melancolía enamora a Justine, la provoca con su luz, la seduce con su color y llega a conectarse con ella como nadie más lo hará; ¿Así funciona realmente? ¿La melancolía nos enamora como enamora a Justine? ¿Cómo el mar enamoró a Alfonsina? La melancolía nos enamora para luego destruirnos, como lo hace el mar con Alfonsina congelando su piel, su cuerpo, su corazón. Nos enamoramos de la Melancolía, de su bellaza, de su color azul, de su luz, nos enamoramos de su promesa de una visita casual pero sobre todo de la amenaza de que dicha visita no termine jamás.

PI ( Π) del director Darren Aronofsky

Sumergiéndonos en un mundo fascinante encontramos a π del director estadounidense Darren Aronofsky , en donde recorremos la vida de Max, un genio de las matemáticas que vive recluido en su departamento, con constantes ataque de fobia manifestados en intensos dolores de cabeza y cierta paranoia. Esta en búsqueda del número que le explicara el sentido de la naturaleza, la clave para reconocer el diseño del pasado, presente y futuro. Junto a él, una serie de personajes marginales que de una u otra forman provocan mayor perturbación en el: Una cazadora de talentos de Wall Street que quiere manipularlo para que controle las tendencias del mercado, su profesor enfermo resignado por la su fracaso ante una nueva teoría matemática, unos místicos judíos obsesionados con los números secretos del Torah que le develaran el nombre de Dios y una niña obsesionada con los números que no deja de utilizarlo para su diversión. En el ano 530 a. C, Pitágoras desarrollo un método en el que buscaba la relación entre los planetas y su “vibración numérica” el cual denomino “la música de las esferas” en donde pretendía descubrir la armonía del universo y las leyes de la naturaleza, posteriormente la numerología supondrá a los números como uno de los conceptos humanos más perfectos y elevados, que permitirá por medio del estudio de su influencia en personas, animales y cosas las “vibraciones secretas” que esconde la naturaleza. En esta misma búsqueda de origen de la naturaleza o del “secreto” de su creación a partir del estudio de valores numéricos es en el que se sumerge Max tratando de descubrir el valor exacto de π que lo remitirá siempre al símbolo del espirar cuyo significado iconográfico es el infinito. De este modo reconocemos como el director coloca a este extraordinario personaje en un agitado movimiento de cámaras con melodías tensas y un apasionante recorrido por su vida, logrando introducirnos en una temática propia de la existencia humana: la búsqueda constante del hombre por encontrar su esencia, la cual siempre nos remite un infinito. Π cuyo valor numérico es: 3,14159265358979323846... , es la relación entre la longitud de una circunferencia y su diámetro en geometría euclidiana , y la constante que más emociones ha despertado en los matemáticos por solo tener una aproximación infinita. Esa misma emoción transcurre en Max quien a lo largo del largometraje descubre que el estudio de este valor numérico arroja un número de 216 cifras que le revela un significado con diversas versiones, como el nombre de Dios según el Torah o la solución para controlar la bolsa según la gente de Wall Street. Lo cierto es que Max descubre que esta búsqueda de lo supremo por el exclusivo lado de la razón (conclusión a la que llego por la destrucción del cerebro) esta trastornándolo y no es el verdadero camino, lo que lo conduce a una especie de redención en la que no intervienen mas los números matemáticos, ni la premura de encontrar una respuesta palpable a algo tan del espíritu humano.